🍽️ La importancia de la seguridad alimentaria: un compromiso con el presente y el futuro

Seguridad Alimentaria
En octubre ponemos la mirada en la seguridad alimentaria: cifras que muestran retos persistentes en Ecuador y oportunidades para actuar. El Banco de Alimentos Quito rescata excedentes, reduce desperdicio y acerca alimentos nutritivos a las familias que más lo necesitan.
La importancia de la seguridad alimentaria: un compromiso con el presente y el futuro
La seguridad alimentaria es un derecho humano fundamental y una condición indispensable para el desarrollo de cualquier sociedad. Significa que todas las personas tengan acceso físico, social y económico, en todo momento, a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfagan sus necesidades y preferencias alimentarias para llevar una vida activa y saludable.
Sin embargo, alcanzar este objetivo sigue siendo un gran desafío en Ecuador y el mundo.
¿Qué significa realmente “seguridad alimentaria”?
El concepto abarca cuatro pilares esenciales, definidos por la FAO:
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Disponibilidad de alimentos: que exista suficiente producción y abastecimiento.
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Acceso a los alimentos: que las personas puedan adquirirlos o recibirlos de forma continua.
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Utilización biológica: que los alimentos consumidos sean seguros, nutritivos y aprovechen al máximo los nutrientes.
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Estabilidad: que estos tres factores se mantengan a lo largo del tiempo, sin depender de crisis o emergencias.
La falta de cualquiera de estos pilares genera inseguridad alimentaria, un fenómeno que puede manifestarse como hambre, malnutrición, o dietas poco saludables.
El contexto ecuatoriano: avances y desafíos
En Ecuador, los retos en materia de seguridad alimentaria persisten. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y la FAO, cerca del 23 % de los hogares ecuatorianos experimenta algún grado de inseguridad alimentaria moderada o severa.
Esto significa que una de cada cuatro familias enfrenta dificultades para acceder regularmente a alimentos nutritivos y suficientes.
Además, la desnutrición crónica infantil (DCI) afecta al 19,3 % de los niños menores de 2 años, con cifras más altas en comunidades rurales e indígenas, donde puede superar el 33 %.
A la vez, el país enfrenta el fenómeno opuesto: sobrepeso y obesidad, especialmente en adolescentes y adultos, como resultado de dietas de baja calidad y alto contenido calórico.
Estos contrastes evidencian la llamada “doble carga de la malnutrición”, un problema creciente en América Latina.
Seguridad alimentaria y sostenibilidad: dos caras de la misma moneda
La seguridad alimentaria no solo depende de cuánto se produce, sino de cómo se produce y distribuye. La pérdida y el desperdicio de alimentos representan un enorme reto:
Según la FAO, alrededor del 30 % de los alimentos producidos en el mundo se pierde o desperdicia cada año. En Ecuador, esto equivale a más de 900 mil toneladas de comida que no llegan a la mesa de quienes más la necesitan.
Por eso, fortalecer la seguridad alimentaria implica también reducir el desperdicio, promover sistemas sostenibles y valorar cada alimento.
Aquí, el Banco de Alimentos Quito cumple un rol fundamental: rescata productos aún aptos para el consumo y los redistribuye entre familias en situación de vulnerabilidad, conectando el excedente con la necesidad.
La seguridad alimentaria como compromiso colectivo
Garantizar que todas las personas tengan acceso a alimentos seguros y nutritivos no es solo una tarea del Estado: requiere la colaboración activa de toda la sociedad.
Cada acción, por pequeña que parezca, cuenta:
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Empresas: adoptando políticas de donación y producción responsable.
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Ciudadanía: reduciendo el desperdicio, eligiendo alimentos locales y apoyando iniciativas solidarias.
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Instituciones: generando políticas públicas sostenibles, educación alimentaria y redes de apoyo.
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Organizaciones sociales: articulando esfuerzos para que ningún alimento se pierda mientras haya hambre.
Una meta alcanzable con trabajo conjunto
El hambre no es un problema de escasez, sino de desigualdad y gestión. En Ecuador, producir alimentos no es el mayor desafío; distribuirlos de forma equitativa y sostenible sí lo es.
Por eso, iniciativas como el Banco de Alimentos Quito son esenciales: cada kilo rescatado, cada alianza lograda y cada plato servido contribuyen a un país con mayor justicia alimentaria.
Asegurar que todos tengan acceso a alimentos seguros y nutritivos no solo alimenta cuerpos: alimenta esperanzas, oportunidades y desarrollo humano.
La seguridad alimentaria no es un lujo, es un derecho.
Su garantía requiere voluntad, educación, cooperación y acción constante. Desde el Banco de Alimentos Quito, este compromiso se renueva cada día: rescatar, redistribuir y revalorizar los alimentos, para que en ningún hogar falte un plato de comida digno.
Porque cuando aseguramos la alimentación, aseguramos la vida.

